miércoles, 3 de mayo de 2017

Texto didáctico

 Independencia 
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     El pulque no paga impuestos
Uno de los oficios de mayor antigüedad en nuestro país es el de tlachiquero: la persona encargada de extraer el aguamiel cuando la planta de maguey está madura.
El tlachiquero arranca la yema o corazón de la penca, luego raspa las paredes interiores hasta lograr la cavidad de donde unos días después saldrá el aguamiel. A partir de ese momento el proceso de extracción –mediante la succión con un acocote– podrá realizarse dos o tres veces al día, durante un periodo que va de tres a seis meses.
El líquido extraído se transporta en una botija conocida también como pellejo o en una castaña (anteriormente hecha de madera y luego de fibra de vidrio) para después vaciarlo en el tinacal donde se transforma. El aguamiel sin fermentar es dulce y transparente. Una vez fermentado se convierte en octli o pulque, bebida embriagante que aún se consume.
En 1670 se creó el asiento del pulque: el arrendamiento para que una persona, denominada asentista, se hiciera cargo del cobro por los derechos derivados de la producción y comercialización. Cada asiento duraba entre dos y cinco años, de esta manera el pulque fue administrado por particulares hasta 1763, cuando el ramo pasó a depender de la Dirección de Alcabalas.
En el bando para abolir la esclavitud, emitido en Valladolid el 18 de octubre de 1810, Miguel Hidalgo previene a los administradores de aduana, receptores y gariteros para que a los naturales no se les cobre ningún tipo de derecho por la raspa de magueyes ni por el fruto del pulque, debido a la condición de miseria en la que se encuentran.

*      Paran los trabajadores del salitre y de la pólvora por falta de alimento
La escasez de alimento está relacionada con los periodos de sequía que provocan malas cosechas o ausencia total de ellas.
De 1725 a 1727 perecieron de hambre en Yucatán más de 17 mil personas; pero la sequía caracterizada como la más grave del periodo colonial comprendió el bienio 1785-1786 y abarcó casi todo el territorio novohispano. A partir de ella se desató una espiral inflacionaria que duró más de 20 años. Este fenómeno, aunado a los descontentos sociales y a los problemas políticos entre la Nueva España y la metrópoli, fueron algunos de los factores detonantes de la guerra de Independencia.

Una vez iniciada la contienda el problema de la escasez de alimentos continuó e incluso se recrudeció en diversos lapsos y regiones. Las crisis alimentarías que se desencadenaban en las tropas pueden documentarse en el AGN; por ejemplo, en el oficio fechado el 18 de marzo de 1812, Félix Maria Calleja se da por enterado de un informe referente a la escasez de agua y víveres en la que se encuentra el ejército enemigo.
También está el oficio que Juan Mirón, comisionado de la pólvora, dirigió el 29 de octubre de 1816 desde Actopan a Guadalupe Victoria para informarle que las actividades en la fábrica del salitre se suspendieron por no haber maíz para alimentar a los trabajadores y, de la misma forma, al faltar el salitre, pronto pararía sus actividades la fábrica de pólvora.
Revolución 




*      Fiestas navideñas, 1913
“Durango quedará en estos días nuevamente bajo la acción de las autoridades constituidas”, “Cuatrocientos Carrancistas se rinden”, “Pronto tomarán la ofensiva contra los alzados, las tropas de la Div. del Bravo”, éstas son algunas de las noticias que el periódico El Independiente publicó el 25 de diciembre de 1913 en su primera plana; las acompañaba también una nota alusiva a los festejos de la temporada: “Las tradicionales posadas pasaron llenas de animación y de bullicio”.

Según ese diario la nochebuena cerró con broche de oro las fiestas decembrinas “lo mismo en la suntuosa residencia que en el humilde hogar”. Las posadas se festejaban entonces con espíritu religioso hasta llegar al “patio de vecindad, lleno de estorbos y poblado de chiquellería, cuyas vocecitas se confunden con las de las personas mayores”; se cantaba la letanía y tonadas más profanas como “anda Lolita, no te dilates, echa confites y cacahuates”.

La piñata iba rellena de cañas, naranjas, confites; en hogares menos modestos se les añadían frutas secas; incluso se bailaba y se bebía, “las parejas se lanzan al compás voluntarioso y entre pieza y pieza desfilaban las botellas de tequila, de mezcal y otros compuestos alcoholizados”.

En la Alameda central no faltaban, como ahora, los puestos donde se vendían juguetes, adornos navideños, colaciones; de acuerdo con el diario se trataba de “fruslerías” y “piñatas antiestéticas”; en las casas ricas.



*      Asesinato del general Emiliano Zapata
Tras el golpe de estado de Victoriano Huerta, las fuerzas alternas al maderismo comenzaron a ser perseguidas. El Ejército Liberador del Sur y Centro, encabezado por Emiliano Zapata, logró captar parte del país bajo el ideal del Plan de Ayala, sin embargo, el triunfo del Ejército Constitucionalista, con Venustiano Carranza, cercó a toda fuerza que no empatizara con su ideal político.
En una carta dirigida al general Gildardo Magaña, el mayor Salvador Reyes Avilés le informó con detalle sobre la treta de Pablo González, jefe de operaciones del Estado de Morelos, para asesinar al general Emiliano Zapata, el 10 de abril de 1919, en la emboscada que le hicieron las tropas comandadas por el coronel Jesús M. Guajardo en la hacienda de San Juan Chinameca, donde se consumó el hecho con premeditación, alevosía, ventaja y traición.
De acuerdo con la misiva, Zapata había invitado a Guajardo a que se uniera al movimiento revolucionario. El coronel se mostró “dispuesto a colaborar al lado del Jefe, siempre que se le dieran garantías suficientes para él y sus soldados”.
El día en que lo asesinaron, Zapata tomó un camino distinto a sus tropas para dirigirse hacia Chinameca, porque existía el rumor de que el enemigo estaba cerca. Con la intención de entregar en persona cinco mil cartuchos a Guajardo, el general suriano llegó a la hacienda donde supuestamente aquél lo recibiría para acordar las estrategias militares pertinentes.
Zapata se dirigió a la entrada. La guardia estaba formada. El clarín tocó tres veces “llamada de honor” y, al apagarse la última nota, cuando el jefe atravesaba el dintel de la puerta, a quemarropa los soldados, que presentaban armas, descargaron dos veces sus fusiles. El general Emiliano Zapata cayó muerto al igual que su asistente Agustín Cortés y Palacios.
Guajardo fue premiado por Carranza con la cantidad de $50,000.00 y su ascenso a general brigadier, al igual que todos los jefes y oficiales que tomaron parte de este crimen y que fueron ascendidos al cargo inmediato¹.


 Reminiscencia histórica 

*      Ceremonia religiosa contra la brujería de la Sierra de Puebla, San Pablito Pahuatlán
Escrito por don Julio Santos Anita, este libro eterniza la identidad cultural de nuestro pasado indígena; cada una de sus hojas concede la riqueza de la tradición oral, conocimientos que pasan de una generación a otra entremezclando cuestiones mitológicas con vivencias comunes, persistentes y aplicables en la forma de vida actual, y que de alguna manera reafirma la apreciación que se tiene sobre la idiosincrasia mexicana.
Dentro del Fondo Reservado, se custodia un ejemplar de tan llamativa obra, catalogada bajo el parámetro de "libro raro", es decir, que se valúa por la riqueza bibliográfica, la belleza, rareza y originalidad del ejemplar, por ser hecho a mano, o pertenecer a una edición muy limitada o única. Ceremonia religiosa es un escrito encuadernado, confeccionado sobre papel amate y de escritura manuscrita, elaborado posiblemente por un "badi", curandero, brujo o chamán del pueblo otomí de San Pablito en Pahuatlán, Puebla, el argumento es claro; un ritual para aliviar la enfermedad.
Separando la sencillez editorial de la grandeza interpretativa que se le puede hacer al tema principal, la significación el libro está en la comunidad otomí, pues fue fabricado no para su lectura sino para materializar lo sagrado y lo profano de una religión; sobre el papel amate, el chamán es el único que posee las facultades míticas para conferirle "valor divino", fuerza capaz de simbolizar a una deidad y producir el remedio a un mal. Las figuras que acompañan al texto,  son de connotación mágica, las de color blanco simbolizan los espíritus buenos y las de color oscuro encarnan la malignidad, estas figuras sólo pueden ser recortadas por el "badi".
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      Arte de escribir
En 1798 se publicó Arte de escribir por reglas y con muestras según la doctrina de los mejores autores antiguos y modernos, extranjeros y nacionales; el primer libro que circunda el sistema de enseñanza lectura-escritura y que por decreto real fue obra oficial para la enseñanza de la lectura y escritura en todas las ciudades, villas y lugares del reino. Este libro, incuestionable por su valor histórico y por el conocimiento que trasmite, incorpora la erudición de Torcuato Torío de la Riva y Herrero ante la historia cultural de nuestro país.
A finales del periodo colonial novohispano, la educación impartida a los niños se enfocaba a la lecto-escritura. El problema se agudizaba por la disyuntiva que prevalecía entre las dos técnicas caligráficas utilizadas en la enseñanza de las letras; el primer estilo aseguraba que la escritura caligráfica era un acto mecánico que sólo requería de paciencia y cuidado para su ejecución. El segundo método establecía reglas y preceptos de precisión, líneas y formas geométricas. A principios del siglo XIX, ambas tendencias educativas fueron substituidas por la innovadora didáctica expuesta en el libro de Torío de la Riva.
Don Torcuato Torío de la Riva y Herrero es considerado uno de los mejores calígrafos españoles. Nació el 1 de abril de 1759 en la localidad de Villaturde (Palencia). Sin haber visitado jamás el territorio de la Nueva España, aportó un legado ideológico que forma parte de nuestra identidad cultural.
En la Universidad de Valladolid estudió latín, teología y jurisprudencia en 1773. Tres años después, trabajó como aprendiz de trazador de letras junto a don Rafael de Floranes, historiador, jurista y polígrafo español, quien le enseñó la belleza de la caligrafía hasta hacerlo un adelantado en las cuestiones del trabajo de archivos, historia, paleografía y diplomacia. A la par, se inscribió en la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando para tomar clases de matemáticas y para perfeccionar los idiomas francés, italiano e inglés.
Un ejemplar de esta fascinante obra es resguardado dentro del Fondo Biblio-hemerográfico "Francisco Díaz de León Medina".


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